La Plaza de San Jorge situada en pleno corazón del recinto amurallado de Cáceres, se encuentra enmarcada por la iglesia de San Francisco Javier, la casa de los Becerra, un grupo de tiendas turísticas y la torre del palacio de los Golfines de Abajo.
En las escaleras de subida a la iglesia, se encuentra en una hornacina una figura montada de San Jorge, patrón de la ciudad, acabando con el dragón. La escultura, de bronce, es obra de José Rodríguez. "En opinión de Vasari, la obra de Donatello constituye una premonición de la de Miguel Angel: le prepara el camino. Del mismo modo que Brunelleschi en la arquitectura y Masaccio en la pintura, Donatello es el iniciador de la escultura, "el inventor del buen estilo moderno".
Vasari ha orientado las interpretaciones posteriores. El análisis que formula H.W. Janson con respecto al San Jorge no es algo fortuito. Según Janson, su expresión corresponde más a la figura victoriosa de David que a la de un santo matador de dragones. De este modo, ocuparía un lugar en la iconografía del héroe bíblico "entre la versión anterior del propio Donatello y el famoso gigante de Miguel Angel". Se ha llegado a reconocer en el San Jorge una metamorfosis de otra escultura del mismo estilo que representa un David. (...)
Esculpida por encargo del gremio de los armeros (Arte dei Corazzai e Spadai) para Or San Michele, la estatua del santo caballero por antonomasia y protector del gremio fue colocada en una hornacina gótica adornada por un frontón donde aparece Dios Padre y, en la base, por un bajorrelieve de mármol "donde el santo mata al dragón" (Vasari). Si el San Jorge se ha convertido en paradigma de la estatuaria del Quattrocento es justamente porque no se la puede comparar con ninguna otra escultura contemporánea. La plenitud del volumen enlaza aquí con la lección olvidada de las formas estables y dotadas de peso que son características de Giotto, renovadas por el escultor. El cambio que surgiría a finales de la segunda década del siglo XV en la evolución del estilo florentino y que en Ghiberti provocaría el paso desde el San Juan Bautista al San Mateo se pone de manifiesto con todo esplendor en el San Jorge de Donatello. El aspecto "natural" de la estatua llama la atención de quien la contempla. Si bien existe un punto de contemplación principal, vista desde otro enfoque no pierde en absoluto su concentración y su rotundidad formal. Encarna una dimensión humana ejemplar, ideal, que se alza en un espacio al cual sirve como medida y que comprende dentro de su ordenamiento "a quien la mira". No hay que olvidar que es contemporánea de las experiencias perspectivistas de Brunelleschi. (...) Posee el aplomo y la soberana autoridad del Cristo colocado por Masaccio, unos años más tarde, en el centro del fresco del Pago del Tributo en la iglesia del Carmine de Florencia.