Proponemos a los visitantes que comiencen la visita desde el interior de la iglesia. Allí quedan restos del edificio románico, en concreto en la parte inferior del muro del evangelio, donde hay una pequeña puerta en alto y sillares más pequeños. El edificio actual presenta, una nave única de dos tramos, cubiertos con bóvedas de terceletes (la de los pies era originalmente estrellada) y una cabecera plana sobre la que se levanta una torre poligonal rematada en chapitel. LLama la atención el achaflanamiento de los ángulos de los pies de la nave.
La puerta de entrada tiene arco de medio punto y abundante decoración: (candelieri, casetones, angelotes, escudos y guirnaldas) y se enmarca por columnas unidas por un entablamento. Frente a ella, el pórtico imita sus formas corintias. En su friso se encuentra la firma de Joan Tellet en dos cartelas junto a una pequeña ménsula que llama la atención del observador. Allí está también la puerta de la capilla de San Juan de Letrán y una escalinata que une el pórtico con el patio. la esquina de la iglesia nos hace comprender el achaflanamiento interior, ya que si no se hubiera adoptado esta solución los contrafuertes exteriores ocuparían el solar de esta escalinata.
Al patio se abre la arquería de la casa y hospital. Allí vemos cómo las estructuras de estos edificios apoyan sobre la de la iglesia y disfrutamos del mirador y de su expléndida vista de Graus y de la confluencia de los ríos Ésera e Isábena. Al salir, bajando por la rampa, veremos la otra esquina de la iglesia y de nuevo entendemos el achaflanamiento interior la nave, pues otro contrafuerte exterior hubiera impedido el camino de acceso al conjunto.
Desde el exterior se observan diferencias en los dos tramos de la iglesia:
la primera fase de las obras articula sus paños con molduras y tiene contrafuertes
la segunda, obra de Tellet, que presenta paños y esquinas lisos.
En el conjunto del hospital también se ven dos fases:
un modesto edificio de cuatro plantas (apoyado sobre la iglesia y sobre la entrada al cojunto) fue seguramente el primero en construirse y debía servir de residencia del clero
una ampliación, mucho más ambiciosa, de tres plantas: la primera, con la arcada de arcos de medio punto, cobija la rampa de acceso; la segunda, con el mirador de columnas torsas; y la última, de ladrillo y totalmente reconstruida, donde se hallaban habitaciones destinadas a hospital de peregrinos.