PALACIO DE JUAN ORELLANA PIZARRO
Aprovechando la estructura castrense de un edificio medieval, que era propiedad del linaje Vargas y servía para proteger el sinuoso acceso existente desde el arrabal de San Martín —Plaza Mayor— y el camino Real a Sevilla hacia la puerta de Vera Cruz —hoy de San Andrés—, las casas de Juan Pizarro de Orellana —protagonista de la Conquista del Imperio Inca— fueron levantadas hacia 1541, convirtiéndose desde entonces en la primera de las grandes residencias renacentistas trujillanas. Su patio interior, doblemente claustrado, recuerda al primer renacimiento ornamentado de Alonso de Covarrubias, y bebe directamente del tratado de arquitectura de Diego de Sagredo (Toledo, 1526), de donde su autor — ¿Sancho de Cabrera? — tomó los modelos de capiteles itálicos que sustentan sendas arcaturas, amén de las típicas zapatas que sostienen el entablamento superior.
La fachada principal apoya sobre una lonja porticada y abovedada —originalmente cubierta por un forjado de cintas y saetinos— encima de la cual se levanta una gran logia o soleador, que abre y comunica el edificio con el entorno suburbano de la ciudad.
En estas casas se hospedó, protegido por su propietario don Fernando Pizarro de Orellana, nuestro universal escritor Miguel de Cervantes.
PALACIO DE JUAN ORELLANA PIZARRO
Calle Cuesta de la Sangre, 4 |
PALACIO DE JUAN ORELLANA PIZARRO
Aprovechando la estructura castrense de un edificio medieval, que era propiedad del linaje Vargas y servía para proteger el sinuoso acceso existente desde el arrabal de San Martín —Plaza Mayor— y el camino Real a Sevilla hacia la puerta de Vera Cruz —hoy de San Andrés—, las casas de Juan Pizarro de Orellana —protagonista de la Conquista del Imperio Inca— fueron levantadas hacia 1541, convirtiéndose desde entonces en la primera de las grandes residencias renacentistas trujillanas. Su patio interior, doblemente claustrado, recuerda al primer renacimiento ornamentado de Alonso de Covarrubias, y bebe directamente del tratado de arquitectura de Diego de Sagredo (Toledo, 1526), de donde su autor — ¿Sancho de Cabrera? — tomó los modelos de capiteles itálicos que sustentan sendas arcaturas, amén de las típicas zapatas que sostienen el entablamento superior.
La fachada principal apoya sobre una lonja porticada y abovedada —originalmente cubierta por un forjado de cintas y saetinos— encima de la cual se levanta una gran logia o soleador, que abre y comunica el edificio con el entorno suburbano de la ciudad.
En estas casas se hospedó, protegido por su propietario don Fernando Pizarro de Orellana, nuestro universal escritor Miguel de Cervantes.
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